Nº1. The Night Climbers of Cambridge: hacia un encuentro noctámbulo entre arquitectura y escalada

Hubo una época, no muy lejana, en la que, sobre el cielo nocturno de Cambridge y Oxford, se recortaba la silueta de un grupo de estudiantes entusiastas de la escalda. Hubo una época, no muy lejena, en la que el skyline de Cambridge y Oxford incluía en su perfil a contraluz los cuerpos anónimos de aquellas personas que surcaban la arquitectura.

Introducción al arte de subirse por las paredes

Llego a la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Es lunes y voy a hablar con mi director de tesis sobre alguna gestión burocrática —¡qué aburrimiento!— relacionada con el doctorado. Desde la estación de Renfe del campus de Cantoblanco, la arquitectura de la universidad dirige los cuerpos de alumnado, profesorado y el resto de personal cuesta abajo a lo largo de la calle Francisco Tomás y Valiente. La construcción de la UAM quedó aprobada según el Decreto Ley del 5/1968 (6 de junio), por el que también se dio luz verde a la erección de otras universidades autónomas —es decir, escindidas del conjunto urbano— en los alrededores de Barcelona y Bilbao. La excusa oficial que sostenía la necesidad de crear estos nuevos centros aislados y periféricos era la de descongestionar las ciudades de la masificación y el hacinamiento de la población. La realidad era que las movilizaciones estudiantiles, cuanto más lejos, mejor.

También se rumorea que la propia estuctura del conjunto arquitectónico original de la UAM, inaugurado el 25 de octubre de 1971, y que va desde la Facultad de Filosofía y Letras hasta la de Ciencias —incluyendo los edificios dedicados a otros servicios—, cumple en sí misma una función represiva: construida en una hondonada y con un diseño espacial ciertamente retorcido y centrípeto, la universidad facilita las funciones de vigilancia, control y sofocación de cualquier tipo de motín. Si hay un deporte que queda privilegiado por la estructura arquitectónica de la UAM, este es el running, especialmente en momentos de carga policial.

Cuento esto para plantear el debate sobre la relación existente entre la estructura de un espacio y los modos de habitar y usar dicho espacio. No creo que a casi nadie se le ocurra ponerse a escalar los edificios de la UAM, sobre todo los más viejos, ya que ni la altura de los mismos ni su estética resultan del todo atractivas. Si para algo esta “adecuada” y “habilitada” la UAM, como ya habrá quedado claro a través de la contextualización histórica anterior, es para correrla. El antiguo alumnado de Cambridge y Oxford, sin embargo, sí supo sacarle partido al potencial de la estructura arquitectónica de sus edificios universitarios como escuela de escalada. Podríamos decir que el acto de “tergiversar” la arquitectura —es decir, de usarla de modos que difieren de los objetivos para los que fue diseñada— se convirtió, en realidad, en una forma ultra-lúcita de leerla. Por otro lado, escalar la arquitectura de Cambridge no era nada más que saber usar el espacio. Un gesto de torcer la mirada para afinar la lectura.

Los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX verán nacer y desarrollarse los principios de una controvertida práctica que, en aquel entonces, se bautizó como roofclimbing(escalada de tejados) —aunque posteriormente se popularizaría como nightclimbing(escalada nocturna) por motivos que se entenderán a continuación—. El roof climbing consistía en escalar los edificios de la universidad. Puesto que la legalidad del gesto en cuestión era —y sigue siendo— más que dudosa, la actividad debía realizarse por la noche y a escondidas, con un cierto aire de misterio y clandestinidad —y adrenalina—. Recordemos que estamos en una época bélica, protagonizada por las Guerras Mundiales, y en un momento con cierto regusto a sociedades secretas. Podríamos decir que en medio de esta encrucijada histórica, el roof climbing se instaura como una de las prácticas propias de la exploración urbana —urban exploring—. Y el riesgo consiste tanto en evitar el daño físico por precipitación, como en evitar el arresto policial por agitación. ¡Vaya, al final, va a resultar que la repulsión hacia la policía hermana de algún modo al running de la UAM y el roof climbing de Cambridge y Oxford!

Roof climbing

Algunas de las interpretaciones que dan cuenta de los orígenes del roof climbing en Cambridge sitúan la génesis de la práctica en las restricciones impuestas al libre movimiento de cuerpos por la noche. Al menos, así se narra en la obra The Night Climbers of Cambridge. Dados los estrictos horarios de las residencias, el estudiantado no tenía más remedio que apañárselas para trepar las vallas si quería volver a las habitaciones y gozar de la comodidad de una cama a horas intempestivas. Y eso de escalar parece que provocaba cierta adicción en algunos sujetos. Quizás a muchos de ellos luego les daba por marcarse retos mayores —motivados por muchas otras razones—. Otros, sin embargo, circunscribían la práctica de la escalada noctura únicamente al terreno de las vallas. No sabemos si esta explicación puede justificar por sí misma y de forma totalmente rigurosa las razones que dieron lugar al desarrollo del roof climbing. Lo cierto es que tal desarrollo se produjo.

Aunque el arte de escalar los edificios de Cambridge se retrotrae a épocas anteriores, es en la primera mitad del siglo XX cuando la práctica alcanza su época dorada. Los años treinta serán especialmente esplendorosos. La primera publiación vinculada al roof climbing que ve la luz es The Roof-Climber’s Guide to Trinity: Containing a practical description of all routes. Las fechas bailan en lo referente al año exacto de nacimiento de la obra, aunque las más sonadas son 1899 y 1900. La publicación, que se desarrolla siguiendo el estilo de las guías de montaña —pero en un tono burlesco—, aperece inicialmente como un texto anónimo, aunque luego queda atribuido a Geoffrey Winthrop Young. El autor describe vías e itinerarios que se pueden seguir para hollar las paredes del Trinity College. Más tarde, en 1921, aparecería The Roof-Climber’s Guide to St. John’s, también atribuída a Geoffrey Winthrop Young, aunque esta vez de una forma menos fiable. El año 1937, ubicado en medio de un momento de máximo apogeo del roof climbing, es testigo de la publicación de The Night Climbers of Cambridge, escrito por Whipplesnaith, pseudónimo de Noel Howard Symington. Finalmente, en 1970, Hederatus publica Cambridge Nightclimbing, en un momento que ya es de franca decadencia.

Uno de los Night Climbers of Cambridge haciendo de las suyas, fotografía cortesía de Oleander Press

Estas cuatro obras mencionadas —junto a una quinta publicación que comentaremos en breve— son las referencias clásicas que toda persona amante de la escalada nocturna de edificios debe conocer. Sin embargo, el tema ha sido motivo de que se viertan ríos de tinta, y hay muchos otros escritos de carácter histórico o novelesco que recogen las hazañas casi anti-heroicas del alumnado de Cambridge. También cabe destacar que, aunque las fuentes que contienen información relacionada con la práctica del roof climbing en Cambridge son mucho mas abundantes, Oxford también fue cuna del desarrolló de la disciplina. Prueba de ello es la existencia de obras como Oxford Mountaneering Essays (1912) — editado por Arnold H. M. Lunn, íntimo amigo de Geoffrey Winthrop Young, precisamente—, cuyo octavo capítulo se titula “Roof-climbing at Oxford”.

Pero la obra en la que propongo que nos detengamos durante un instante es Wall and Roof Climbing(1905) también de Geoffrey Winthrop Young. El texto de carácter enciclopédico nos ofrece una puerta de entrada a la historia y la técnica del roof climbing. Escrita en un estilo muchas veces ambiguo, la obra transita desde lo extremadamente erudito hasta lo extremadamente irónico. La persona lectora no sabrá dilucidar con claridad si lo que se encuentra es ante a una obra maestra de la investigación o ante una obra maestra del humor, o ante una obra maestra que combina ambos mundos con exquisito donaire. Wall and Roof Climbing, a diferencia de las otras dos obras atribuidas al mismo autor, no es una guía en la que se describan rutas, sino que es una especie de tratado académico sobre el arte del roof climbing.

En sus páginas, se habla de las diferencias entre la escalada en las montañas y la escada sobre edificios, se realiza una aproximación exhaustiva a la trayectoria histórica de la escalada urbana, se describen los estilos arquitectónicos y sus ventajas y desventajas a la hora de escalar, se detallan los pueblos, etnias, tribus y grupos sociales que han desarrollado este tipo de escalada, se habla de los tipos de escalada que se pueden desarrollar sobre diferentes materiales y accidentes arquitectónicos, se mencionan los nombres de hombres y mujeres reseñables que han contrubuido con sus escaladas al engrandecimiento del roof climbing… El texto está sembrado de referencias: desde citas clásicas grecolatinas a citas de personalidades coetáneas al propio escritor, pasando, incluso, por menciones a William Shakespeare: “Shakespeare por supuesto era un escalador antes que nada, incluso en la iglesia”, llega a decir Winthrop Young antes de recoger una cita de El Mercader de Venecia en la que Salarino, uno de los personajes del drama, proclama así: “¿podría ir a la iglesia y ver el sagrado edificio de piedra sin acordarme de la peligrosa roca?” Y, de este modo, queda demostrado que Shakespeare veía las paredes eclesiásticas con ojos de roof climber.

Otro de los Night Climbers of Cambridge haciendo de las suyas, fotografía cortesía de Oleander Press

Para que la persona lectora pueda deleitarse un poco más con el estilo de Winthrop Young, se ofrece a continuación la traduccion de un fragmento del inicio de Wall and Roof Climbing que sirva para abrir boca y despertar el apetito: “Y el arquitecto moderno sale y mira sus robustos resultados y se ríe de la Naturaleza; pero el roof climber se ríe del arquitecto; pues ha visitado los rincones más íntimos de su trabajo y sabe cuán efímeros e inseguros son los resultados producidos por los más excelentes nombres y cómo incluso los mejores [resultados] son simplemente imitaciones inconscientes de los métodos de la Naturaleza.”

Geoffrey Winthrop Young nació en 1876 y murió en 1958. Fue escritor y alpinista; y, también, uno de los más reconocidos presidentes del Alpine Club —institución de prestigio— durante la Segunda Guerra Mundial —en concreto, entre 1941 y 1944—. Que el talante socarrón de las publicaciones a las que nos hemos referido anteriormente no nos lleve a engaño: Winthrop Young era, sobre todo, un hombre amante del monte y que desdeñaba profundamente los métodos artificiales de progresión por montaña, tal y como lo cuenta Arnold Lunn en su artículo para el The Alpine World. Winthrop Young escribió The Roof-Climber’s Guide to Trinity durante sus años como estudiante en el Trinity College de Cambridge. Sin embargo, él no era una persona que se circunscribiera a la práctica de la disciplina del roof climbing, sino que fue un hombre fiel a los Alpes, incluso después de que le amputaran una pierna en 1917. Y es que no hay que caer en el error de considerar a Winthrop Young como el precursor del roof climbing. Él fue solamente su codificador, su sistematizador, su cronista más destacable, y el pionero en esta clase de escritos sobre el tema. Pero el roof climbing era un arte que había existido antes y que seguiría existiendo después.

Prácticas herederas del roof climbing

Desde 2016, la práctica de la escalada nocturna en Oxford ha ganado popularidad. Sobre todo, a través de las publicaciones anónimas que diferentes nightclimbershan ido realizando en la página de Facebook llamada OxFess. El estilo de escalada de esta nueva generación sigue estando imbuído por una cierta esencia destilada de las obras vinculadas a Cambridge —las cuales han sido mencionadas en la sección anterior—, aunque el diálogo con nuevas disciplinas, como el parkour, también es evidente.

Las personas que escalan actualmente la arquitectura de Oxford siguen sirviéndose de la noche y del anonimato como escudos para eludir todo encontronazo con las fuerzas de la ley —algo cada vez más difícil debido al desarrollo de las nuevas tecnologías de vigilancia—. Sin embargo, lejos de constiuir una sociedad secreta difícilmente accesible, los y las Night Climbers of Oxford se muestran en redes sociales y buscan activamente el vínculo con la gente. Otra de las grandes diferencias con sus predecesores de Cambridge es que, en algunas ocasiones, la motivación política de las escaladas se manifiesta expresiva y abiertamente, como prueba la colaboración que mantuvo el colectivo con la artista Georgia Crowther en abril de 2019 para instalar una escultura hecha a partir de restos de basura en la Cámara Radcliffe —popular edificio de Oxford— y que constituía una forma de protesta contra el cambio climático.

En cuanto a la ironía y el sarcasmo, estos se mantienen como dos de los pilares fundamentales de la identidad de la escalada nocturna. Y para dar cuenta de ello, solo hay que leer una de las publicaciones (correspondiente al 24 de agosto de 2019) de la página de Facebook llamada Night Climbers: “En Oxford existen fundamentalmente dos categorías de escalada: sobre tuberías de desagüe y sobre chimeneas. Esto no quiere decir que no haya suficiente superficie de piedra escalable para todo aquel que la busque, sin embargo, cualquier principiante debería ser capaz de ascender por una tubería de desagüe con confianza. Cuando escalamos, nos gusta jugar a un juego divertido, se llama: El Bingo de la Tubería que Revienta. La primera regla del Bingo de la Tubería que Revienta es no ganes elBingode la Tubería que Revienta. La segunda regla del Bingo de la Tubería que Revienta es NO GANES EL BINGO DE LA TUBERÍA QUE REVIENTA!La tercera regla es conoce tus superficies.” El “tutorial” de escalada termina desarrollando la técnica de escalada de tuberías, haciendo hincapié en la importancia de saber reconocer y transitar por los diferentes materiales de los que suelen estar construidas. A pesar de lo que pueda parecer, los Night Climbers of Oxford intentan, en la medida de lo posible, no producir desperfectos en la arquitectura de los edificios: el objetivo es únicamente transitar dicha arquitectura de manera que deje de ser un obstáculo.

El fragmento escrito por los Night Climbers of Oxford al que nos hemos referido en el párrafo anterior está claramente basado en este otro que podemos leer en la obra The Night Climbers of Cambridge de Whipplesnaith: “La escalada en Cambridge se basa sobre todo en dos categorías: tuberías de desagüe y chimeneas. Hay buenas escaladas sobre superficies de piedra y en abundancia para quienes las buscan, pero cualquier night climber debería ser capaz de escalar una tubería de desagüe en caso necesario”. El paralelismo entre ambas publicaciones es más que evidente. La amistad trans-histórica es evidente.

Otras formas de vínculo entre la escalada y la arquitectura

Pero si hay una estructura arquitectónica susceptible de ser escalada en la actualidad, esta es la frontera. Muchas de las fronteras contemporáneas han sido sobre-reforzadas —y militarizadas— con muros, vallas y otros dispositivos de control y vigilancia sofisticados que dificultan el tránsito de cuerpos. Desplazarse de un lugar a otro resulta casi imposible, especialmente para ciertas personas (racializadas, refugiadas, migrantes…). El carácter cada vez más impenetrable de la arquitectura de frontera no ha evitado, sin embargo, que proyectos que enarbolan como su seña de identidad la escalada sepan poner en tela de juicio estas estructuras a través de la técnica apropiada. Nate Murphy, en el documental Pillar of Opression, por ejemplo, bromea diciendo que Israel, al construir el muro en Cisjordania (Palestina), sin pretenderlo, ha diseñado una de las mejores escuelas para iniciarse en la escalada de fisuras. La grietas, total y perfectamente paralelas, que quedan entre las secciones de hormigón que constituyen el muro permiten al escalador ascender hasta lo alto del mismo. El documental, que narra las condiciones de la ocupación israelí en Palestina, termina con la imagen de Murphy encadenando — y destrepando después— una de las fisuras del muro. Después del encademaniemnto, el escalador estampa el nombre de la vía y el grado sobre la superficie del muro sirviéndose de spray y de una plantilla: Pillar of Opression (6a+/5.10c).

Nate Muphy en una sección del muro israelí, fotografía facilitada por el propio escalador

Otro ejemplo que ilustra el rol de la escalada como práctica que pone en jaque la frontera lo encontramos en el muro entre México y EEUU. Dado el reciente anuncio oficial estadounidense que prometía un nuevo diseño del muro aparentemente inexpugnable —se decía incluso que la estructura había sido puesta a prueba con escaladores profesionales—, Rick Weber decidió construir una réplica exacta de una sección del susodicho muro y organizar una competición para escalarla entre el 11 y el 12 de octubre de 2019 en Red River Gorge, Kentucky. La competición se saldó con tiempos récord de escalada del muro por debajo de los quince segundos —como el propio Weber narra en su crónica para Rock and Ice titulada “’Impossible to Climb’ No More! A Recap of the Border Wall Climbing Competition”—, lo que significó que las promesas de Donald Trump quedaron totalmente desacreditadas. Es cierto que estos dos casos guardan poca o nula relación con la trayectoria histórica del roof climbing de Cambridge. Pero, sin embargo, si mantienen parte de su espíritu lúdico.

Finalmente, podemos destacar la existencia de otras prácticas más alejadas del roof climbing, dado su caracter más marcadamente espectacular o deportivizado, como son la escalada de rascacielos o el denominado buildering, juego de plabras este último que hace referencia a la palabra building (edificio) y que guarda similitud fonética con el vocablo bouldering (práctica de bloque, una de las conocidas disciplinas de escalada). La existencia de personalidades como George King, que escaló en solo integral el rascacielos londinense llamado The Shard en julio de 2019, o documentales como Real Rock—An Urban Climbing Experience pueden servir para profundizar en la nueva ética y estética de la escalada arquitectónica.

Hacia otros modos de habitar el mundo

Aunque la motivación que llevaba y lleva al alumnado de Cambridge y Oxford a escalar los edificios de los campus universitarios no es necesariamente ni siempre política, si que se puede extraer una conclusión política del gesto de escalar edificios. Todo el siglo XX y también lo que llevamos de siglo XXI han venido sufriendo un proceso de espectacularización constante. Guy Debord explica este proceso de un modo virtuoso en la obra La Sociedad del Espectáculo. Dicha espectacularización — junto a procesos de privatización, de turistificación, o de monumentalización (entre otros)— separa el mundo del uso común —esta idea es de un autor diferente: Giorgio Agamben, en su libro titulado Profanaciones—. Vemos el mundo, pero nos resulta imposible usarlo porque hay una separación entre medias, que es casi insalvable. Quizás la práctica del roof climbing, sin querer, supo poner sobre la mesa esta cuestión. Quizás, de un modo jocoso, controvertido, provocador y no menos peligroso e ilegal, supo profanar el sagrado monumento para volver a tocar la piedra intensamente geológica que lo constituye. El roof climbing hace que el cuerpo se vuelva pro-grávido —como diría el filósofo Byung- Chul Han—, que el cuerpo pese tanto y se vea tan atraido por el mundo que se desdibuje en él; y, en este caso, siempre con nocturnidad y alevosía.

Esta es una lectura posible que se puede hacer del acto de escalar edificios: hay muchas otras, y en vuestras miradas reside esa potencia lectora para significar.

Agradecimientos

A Jon Gifford, de Oleander Press (http://www.oleanderpress.com/climbing-cambridge.html), editorial que ha publicado muchos de los libros relacionados con el roof climbing de Cambridge y que ha facilitado gran parte de las fotografías.

A Nate Murphy, por cedernos una de las imágenes en las que escala una sección del muro isrealí construído en Cisjordania (Palestina).

A los y las Night Climbers of Oxford y a Rick Weber, por soportar mis insistentes intentos de saber.

A José Manuel Velázquez-Gaztelu, por aguantarme. Y porque ser consciente de que había una persona conocida a la que también le gustaba este tema ha sido el combustible que permitía la escritura (ya se sabe que escribir es una acto de vanidad si no es para los amigos, como dice el Comité Invisible).

Para descargar el pliego en PDF: PLIEGO Nº1

Publicado por antecimaanticima

narradora de cosas

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar